Uno llega a casa hecho polvo, pero con una sonrisa de oreja a oreja. Hablar
con los amigos a los que veo una vez al año, compartir anécdotas, charlar de
mujeres, comentar algunas películas, hablar bien y mal de terceros, comer y
cenar juntos, consumir en el bar de la maratón, y hasta ver alguna película de
las que se proyectan y pegar un par de berridos a la pantalla. Todo genial y
muy divertido. Merece la pena pegarse la paliza, vaya que si que la merece.
El año que viene más.
2 comentarios:
Lo merece y mucho! siempre es un placer verte, compañero.
Y para mi verte a ti ;)
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